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El cambio demográfico que estamos viviendo, y que se espera que alcance su punto álgido a mitad del presente siglo, cuando pasemos como sociedad de tener un 20% a tener un 30% de personas de 65 años y más, afectará a todos los ámbitos de la sociedad.
Los españoles mayores de 65 años se ubican en la posición número 12 del indicador ODS-IVDS65+, presentado por la Cátedra Economía del Envejecimiento de la Universitat de Barcelona y Fundación Mutualidad Abogacía, que analiza las condiciones de los 27 países de la UE.
Me permito titular estas líneas en inglés porque la expresión no es mía: Clint Eastwood la ha adoptado como su bandera, rescatándola de una canción de otro americano cuya letra es algo así como “No dejes entrar al viejo, quiero irme de aquí solo…”
Las reformas Hartz aumentaron la tasa de ocupados 10 puntos, hasta el 80% en plena pandemia.
La economía plateada ya está implicada en el 25% del PIB europeo, pero requiere de indicadores que midan si las condiciones de vida de los mayores avanzan, se estancan o retroceden.
Qué puede y debe aprender la sociedad, la política y las instituciones de una gestión de la pandemia que vulneró los valores de la bioética con sus mayores.
Ni el dinero ni la felicidad. Un reciente estudio atribuye que la verdadera fuente de felicidad son las relaciones humanas, sobre todo con la pareja e hijos y la familia de origen, muy por encima de los amigos íntimos.
Con esta iniciativa, Fundación Mutualidad Abogacía pretende contribuir a modular una sociedad integradora en la Nueva Longevidad, abierta a la promoción de sus derechos. La obra, pionera en nuestro país y en Europa, tiene como principal objetivo examinar los derechos y libertades de las personas mayores para ofrecer a la sociedad una visión de conjunto sobre sus necesidades normativas específicas.
En el último año y medio las personas mayores han ocupado muchos titulares en nuestro país. Y debemos añadir que “lamentablemente”, porque ha sido por una pandemia sanitaria mundial, que ha incidido principalmente en las personas mayores en general y a aquellas que viven en entornos residenciales en particular y de manera trágica, con cifras de personas fallecidas que nunca deberían haberse producido.
Una mayor esperanza de vida, la digitalización y proyectos vitales cada vez más unipersonales aceleran el aislamiento. Un sentimiento que adquiere rango de pandemia, pero también abre espacio a la esperanza con la irrupción de la economía de la soledad.
Poema de Antonio Garrigues Walker, miembro del Consejo Científico de la Escuela de Pensamiento de Fundación Mutualidad Abogacía.
La brecha digital de los mayores se acorta tras los meses de pandemia, pero muchos de ellos solo utilizan internet ocasionalmente y el 40% sigue sin haberse conectado nunca.