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Transhumanismo: ¿y si viviéramos 1.000 años?

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La teoría transhumanista se basa en la creencia de que los avances en la ciencia y la tecnología podrán algún día prolongar la vida humana indefinidamente. Pero, ¿estamos cerca de este objetivo o es aún una utopía?

El ser humano ha tratado siempre de superar a la muerte, empujado por su instinto de supervivencia y, también, por su ambición de trascender sus propios límites biológicos. El ideal de “vivir para siempre” ha sido una motivación clave de la ciencia a lo largo de la historia y a su servicio se han puesto todas las herramientas y avances disponibles en cada momento. En este sentido, el movimiento transhumanista supone una nueva relación entre la condición humana y la tecnología, cuya aspiración es mejorar la calidad de la existencia y vivir muchos más años, disfrutando de unas capacidades que la naturaleza no permitiría de otra forma.

De acuerdo con la asociación internacional Humanity Plus (conocida anteriormente como Asociación Transhumanista Mundial), parece que estamos más cerca de alcanzar esa meta. Tal y como señala la organización, las tecnologías enfocadas a favorecer la longevidad y mitigar el envejecimiento, mediante la curación de enfermedades y lesiones, han evolucionado tanto que, en la actualidad, también pueden aumentar el rendimiento humano más allá de lo que, hasta ahora, hemos considerado “normal”. En palabras de Natasha Vita-More, directora ejecutiva de Humanity Plus, “estas tecnologías, conocidas como emergentes, incluyen la nanotecnología, la nanomedicina, la biotecnología, la ingeniería genética, la clonación de células madre y la transgénesis. Otras tecnologías que podrían extender las capacidades humanas fuera de la fisiología son la inteligencia artificial, la robótica y la biónica, que podría llegar a usarse incluso para desarrollar prótesis de cuerpo entero”.

Sin embargo, a excepción de algunas publicaciones, el debate sobre esta nueva realidad de transhumanos apenas ha penetrado en nuestro país. Y, a pesar de ello, la magnitud de las cuestiones e interrogantes que genera es inmensa, ya que sus consecuencias son difíciles de prever y abordar.

Transhumanismo, salud y ética

La idea de llevar al ser humano más allá del estado natural de su existencia abre nuevos debates éticos.

Los defensores del transhumanismo defienden, en su “Manifiesto transhumanista”, el “derecho moral” de las personas a utilizar la tecnología para ampliar sus capacidades y para tener el control sobre sus propias vidas. Esto incluye el uso de técnicas para ayudar a la memoria, la concentración y las cualidades mentales; terapias para prolongar la vida; tecnologías de elección reproductiva; procedimientos criónicos; y muchas otras posibles tecnologías de modificación y mejora humana. Así, el movimiento transhumanista otorga un gran valor a la autonomía personal; o dicho de otra manera, al derecho de cada ser humano para decidir sobre sobre sí mismo.

Por su parte, sus detractores apuntan a cuestiones éticas, políticas, al empleo racional de la ciencia o a interrogantes de índole religiosa, entre otras. Uno de sus principales críticos, Francis Fukuyama, ha descrito el transhumanismo como “la idea más peligrosa del mundo”. En este sentido, señala que este fenómeno ataca las raíces de la naturaleza y es una amenaza para la igualdad de los derechos, ya que parte de la población mundial quedaría al margen del desarrollo transhumanista.

Frenar el envejecimiento

Dejando de lado la esperanza transhumanista de inmortalidad, cada día la ciencia avanza más en los procesos para frenar y retrasar el envejecimiento.  En este sentido, el libro “Alarga tu esperanza de vida: Cómo la ciencia nos ayuda a controlar, frenar y revertir el proceso de envejecimiento” de David A. Sinclair, científico de la facultad de Medicina de Harvard y una autoridad mundial en genética y longevidad, sostiene que es posible reducir la velocidad o, incluso, revertir el envejecimiento.

La solución parece pasar por activar genes recién descubiertos, descendientes de un antiguo circuito de supervivencia, que pueden resultar tanto la causa del envejecimiento como la clave para revertirlo. Así, tal y como sugieren los últimos experimentos en reprogramación genética, en un futuro cercano, no sólo podremos sentirnos más jóvenes, sino también, serlo. Asimismo, de acuerdo con el autor de este libro, el secreto de la longevidad no está solo en manos de la ciencia y la tecnología; algunos cambios simples en el estilo de vida, tales como el ayuno intermitente, la exposición al frío, hacer ejercicio con la intensidad adecuada y comer menos carne, resultan claves para sentirnos más jóvenes y permanecer saludables por más tiempo.

 

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