Hoy en día, por primera vez en la historia, la mayoría de las personas del planeta puede aspirar a vivir hasta entrados los 60 años y más. De hecho, según los últimos datos que aporta el Instituto Nacional de Estadística, la esperanza de vida de los hombres en España llega a los 80,9 años y en el caso de las mujeres se dispara hasta los 86,2 años. Esta expectativa de vida más alta, sumada a las caídas importantes en las tasas de fecundidad, es la causa del rápido envejecimiento de las poblaciones de todo el mundo.
Pero que la población a nivel mundial envejezca a mayor velocidad es, al contrario de lo que pueda parecer, una buena noticia ya que este fenómeno evidencia que hemos logrado adelantos contra las enfermedades y otras causas de mortalidad. Sin embargo, el envejecimiento plantea a la vez problemas y oportunidades. Por eso se necesita con urgencia una acción pública integral con respecto al envejecimiento de la población. Para ello serán necesarios cambios fundamentales, no solo en lo que hacemos, sino en la forma misma en que concebimos el envejecimiento.
Aquí es donde entra en acción la Década del Envejecimiento Saludable, la Estrategia global y el Plan de acción sobre salud y envejecimiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que hasta 2030 ofrece una inmejorable oportunidad de aunar los esfuerzos de gobiernos, sociedad civil, organismos internacionales, profesionales, instituciones académicas, medios de comunicación y sector privado en dirección a una acción concertada y de colaboración para mejorar las vidas de las personas mayores, sus familias y las comunidades en las que viven.
La Década del Envejecimiento Saludable se basa en el concepto de envejecimiento saludable que la OMS definió en el Informe mundial sobre envejecimiento y salud del año 2015, donde en lugar de centrarse en la ausencia de enfermedades, prefirió asociarlo a dos conceptos más importantes, la capacidad intrínseca y la capacidad funcional.
La OMS define como envejecimiento saludable el proceso de desarrollar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez. Es importante entender que ambas capacidades varían y tienden a disminuir con la edad y que la trayectoria personal de cada individuo también repercute sobre ellas.
Para lograr resultados se marcan unas prioridades claras. Entre ellas están establecer una plataforma para la innovación y el cambio y apoyar la planificación y acción de cada país; recopilar mejores datos globales sobre el envejecimiento saludable, que se puedan usar en investigaciones que aborden las necesidades actuales y futuras de los mayores; alinear los sistemas de salud con las necesidades de la tercera edad, sentando las bases para un sistema de atención a largo plazo y asegurando los recursos humanos necesarios para una atención integral; también hay que emprender una campaña mundial para combatir la discriminación por edad y hacer que las ciudades estén mejor adaptadas a los mayores.
Esta década, ojalá prodigiosa, debe ser un esfuerzo mundial por conseguir vidas más largas, pero también saludables, añadiendo vida a los años. Porque garantizar la igualdad de derechos y la dignidad de las personas mayores debe convertirse en una prioridad de la agenda política y social en cada país.
¿Pero qué hábitos podemos comenzar desde hoy mismo para envejecer de forma saludable? Realizar actividad física periódica, llevar una dieta equilibrada, realizar chequeos médicos periódicos, entrenar la mente y también dejar malos hábitos como el tabaco o alcohol. Conseguir un envejecimiento activo y con calidad de vida es algo que se tiene que trabajar desde mucho antes de entrar en la tercera edad.