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Alberto Cabanes, presidente y fundador de Adopta un Abuelo

“Tener 90 años no significa que no puedes hacer nuevos amigos”, defiende Alberto Cabanes, fundador de Adopta un Abuelo.
Por Raúl Alonso
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“Los abuelos te van a contar mejores historias que Netflix”

“Tener 90 años no significa que no puedes hacer nuevos amigos”, defiende Alberto Cabanes, fundador de Adopta un Abuelo. En una gráfica descripción que seguro peca de frívola, esta aplicación es un Tinder entre jóvenes y mayores: “Pero con el propósito de conectar generaciones”, puntualiza oportunamente su creador entre risas.

Quizás porque se crio con sus abuelos o porque quería emprender. Quizás porque es un observador empático o porque aspiraba a que su emprendimiento contribuyera a hacer de éste un mejor mundo. En cualquiera de los casos, Alberto Cabanes parece predestinado a protagonizar esta historia.

Fue en Ciudad Real durante sus visitas a la residencia de su abuelo Clemente, ya con un importante deterioro cognitivo, cuando conoció a Bernardo. Un afable viudo sin hijos que en una de las conversaciones que disfrutaban confesó que el regalo que más le gustaría sería tener un nieto: “No te preocupes, yo te adopto como abuelo”, contestó este joven licenciado en ADE, becado en programas de Estados Unidos, Reino Unido y Suecia, además de auditor en KPMG en aquel 2014.

Más de 42.000 horas de acompañamiento a 3.000 mayores después, Adopta un Abuelo se prepara para lanzar la versión definitiva de su app este octubre. Un gran momento para este joven de 33 años que se define como emprendedor social: “Me motiva lo que tenga que ver con la creación de valor en torno a la resolución de un problema social”.

“Cuando fui a una residencia, observé la soledad que se vivía a pesar de estar bien atendidos”, explica: “En España hay 2 millones de mayores que viven solos, 360.000 en residencias, y el 80% de todos ellos no recibe visitas con frecuencia”. Situación que él siente como “una pandemia interminable”.

“Vi la necesidad de esas personas por hablar, y también el gran activo de una sabiduría que solo está pendiente de ser escuchada”. Y para cubrir una necesidad y rentabilizar ese potencial social, en 2014 comienza a diseñar una solución que en 2018 cristaliza en la asociación Adopta un Abuelo (pronto será una fundación) y la sociedad que le da soporte, Intergenerational Technologies, S.L

 

Conectando generaciones

Pero su materia prima son ‘los abuelos’ que, según evaluación de los técnicos sociales de los ayuntamientos o residencias con las que se firman convenios, les puede beneficiar el programa. En Adopta un Abuelo se realiza una segunda entrevista antes de entrar en la plataforma donde hacer match con sus nietos adoptivos.

Los jóvenes son los otros imprescindibles de esta suma de necesidades e intereses por ambas partes. “Los abuelos te van a contar mejores historias que Netflix y vas a aprender un montón de cosas además, mientras ayudas a una persona que de verdad necesita tener conversación. Creamos experiencias transformadoras conectando generaciones”.

De momento, nueve de cada diez de los 4.500 voluntarios son mujeres de 25 a 35 años. Son ellas masivamente las que pagan la cuota de 9 euros al mes para formar parte de esta red social.

Otras de las vías de financiación son los programas de Responsabilidad Social Corporativa que se ofrece a las empresas, y las acciones de voluntariado corporativo puntual o recurrente que se les ofrece.

 

Abuelos «foodies» o que son la caña

A cambio, los jóvenes reciben la “biblioteca viva” que atesora cada abuelo: “Pero al margen de conformar esa memoria colectiva, lo más importante que me transmitió Bernardo son los valores de humildad, humanidad y cariño, por ejemplo, cada vez que mencionaba a su esposa te hacía creer ciegamente en el amor”.

Empatía, paciencia o escucha activa son otras de las habilidades que ejercita el voluntario en un contacto con el mayor que puede tener muchas variantes.

“Dependiendo de la disponibilidad y de la implicación que quiera cada uno puedes tener a un abuelo para hacer llamadas telefónicas, videollamadas, visitas presenciales en residencia o en una cafetería e incluso enviar una carta”.

Además la organización que preside Cabanes organiza encuentros puntuales, algunos de lo más prometedores. Es el caso de las acciones con los abuelos foodies en restaurantes, las charlas con los abuelos influencers, las sesiones de show cooking para aprender recetas de las de siempre o las escapadas con los abuelos que son la caña, como se adivina, para compartir unas cervezas.

 

Emprendimiento social

Suma de la creatividad para crear oportunidades de encuentro, esfuerzo personal y un soporte tecnológico accesible en cualquier lugar y situación pero siempre respetando las cautelas de la legislación de Protección de Datos, Adopta un Abuelo crece como propuesta señera del emprendimiento social español.

Y no es fácil: “Tengo la sensación de que no siempre se toma en serio a la empresa social, pero estoy seguro de que es el futuro. En el siglo XXI las empresas no sostenibles son inconcebibles, y tampoco las que maximizan su rentabilidad sin preocuparse de su entorno”.

Por otro lado Cabanes echa en falta una legislación que apoye mejor al emprendedor: “Lo peor son los impuestos, cuando empecé no comprendía que hubiera que pagar autónomos con ingresos cero, y eso deja muchos proyectos en la cuneta”. Pero Cabanes  lo tenía claro: “Aguanté carros y carretas, vendí mi coche, pedí un préstamo pero no me importó porque sabía lo que quería”.

Y lo que quiere ahora es salir a la conquista del mundo: “Somos un equipo de millennials y vemos el mundo como algo cercano aunque sabemos que hay que ir paso a paso; solo cuando tengamos consolidados los procesos y la tecnología, exportaremos una solución que puede ser tan válida en otros países como en España”.

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