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Escuela de Pensamiento
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«Apúntate a clase»

Volver al aula es una de las máximas del envejecimiento activo. En esta cuarta entrega de la serie Longevidad y Bienestar: 12 causas para una larga vida, te animamos a continuar aprendiendo con argumentos y propuestas.
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Formación, vida laboral y jubilación, ¿es sostenible este esquema vital en el siglo XXI? Las últimas décadas han evidenciado que dedicar el primer tercio de la vida a adquirir un conocimiento que luego se perfecciona en el ejercicio laboral y profesional, ya no es suficiente. Pero además de esa constante formación necesaria para la reinvención profesional, adquirir nuevo conocimiento es también esencial para desarrollarse como persona, de modo especial en el último tercio vital, cuando el estudio además de en conocimiento se convierte en salud.

Apuntarse a clase es el cuarto reto de la campaña Longevidad y Bienestar: 12 causas para una larga vida, promovida por Fundación Mutualidad Abogacía en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 3 y 4. Descubre por qué mantener entrenada tu curiosidad intelectual, es tan esencial para sentirte mejor y prevenir la enfermedad.

 

La importancia de la formación en las personas mayores

No hay excusa, el cerebro humano está capacitado para adquirir conocimiento hasta que deja de funcionar.  La nueva información genera neuroplasticidad, auténtica gimnasia cerebral por la que el sistema nervioso se modifica para generar, reorganizar o eliminar conexiones, en respuesta a un nuevo conocimiento. Que “el aprendizaje exige la formación de nuevas conexiones entre neuronas”, ya lo señaló en 1894 el español Santiago Ramón y Cajal, pero luego hemos sabido que las bondades del estudio en edades más avanzadas van más allá.

Para la Comisión Europea, “el aprendizaje a lo largo de la vida es el desarrollo del potencial humano a través de un proceso sustentador continuo, que estimula y faculta a los individuos para adquirir todos los conocimientos, valores, destrezas y comprensión que requieran a lo largo de toda su vida y aplicarlos con confianza, creatividad y gozo en todos los roles, circunstancias y entornos”.

Según los profesores Santiago Cambero Rivero y Deborah Díaz Galván, de la Universidad de Extremadura, “el aprendizaje no sólo beneficia por la adquisición de conocimientos teóricos y prácticos, sino por la mejora cognitiva, emocional, fisiológica y funcional, en definitiva, la repercusión en la calidad de vida. Un adulto mayor que aprende, es un ciudadano preocupado de sí mismo y comprometido con los demás, que promueve el cambio social desde la experiencia de vida, pensando en su propia generación y en las venideras” (estudio Aprendizaje a lo largo de la vida como estrategia de envejecimiento activo, de 2019).

De este modo, se puede afirmar que:

  • Mejora la autoestima. El estudio implica objetivos, como demostrar el aprovechamiento en pruebas o exámenes, y la superación de esas metas genera satisfacción personal.
  • Combate el retraso del deterioro cognitivo. Se considera como una de las herramientas más efectivas para combatir algunos de los tipos de demencia.
  • Reduce el riesgo de depresión. Tener objetivos y obligaciones en el corto y medio largo distrae de esas preocupaciones que pese a no ser importantes apremian, dando un sentido más pleno al día a día, lo que es un motivo de felicidad y salud mental.
  • Favorece la socialización. Asistir a clase implica relacionarse con otras personas, lo que dispersa al fantasma de la soledad. Además, puede ser un enriquecedor punto de encuentro con personas de diferentes generaciones, conociendo y conectando con la realidad de otros colectivos.
  • Incentiva la actividad física. Combate el sedentarismo al reducir las horas de sofá. Aunque no es un sustituto de esa necesaria rutina física en la persona mayor, ir a clase mantiene a la persona más activa.

 

Propuestas de formación para la persona mayor

Pero, ¿qué opciones y escenarios de aprendizaje tiene el adulto mayor? La respuesta es muchas, en las últimas décadas han crecido las iniciativas de organismos públicos y privados que trabajan en la formación en la tercera edad.

Un empeño estimulado desde el Plan estratégico de aprendizaje a lo la largo de la vida en España, del Ministerio de Educación, Cultura y deporte (2015), que señala entre sus objetivos “generalizar el acceso a la información, orientación y asesoramiento para que todos los ciudadanos puedan participar en la formación permanente”. Una apuesta por el cumplimiento del cuarto Objetivo de Desarrollo Sostenible, de Educación de calidad, con el que la Fundación Mutualidad Abogacía está comprometido:

Universidad para mayores. En el curso 2020-2021, más de 22.678 personas mayores asistieron a las 49 universidades agrupadas en AEPUM (Asociación Estatal de Programas Universitarios para Mayores). Su oferta se centra en Artes y Humanidades con estudios sobre Historia, Historia del Arte, Filosofía, Lengua y Literatura, etc. aunque también se ofrecen estudios en Ciencia, Salud, Ciencias Sociales e Idiomas. Cada universidad tiene su propia operativa, pero el modelo más habitual es el de clase presencial sin evaluación por exámenes. También hay una oferta de estudios de grado superior y máster.

UNED Senior. Quienes viven lejos de los principales centros universitarios españoles, pueden pensar en este programa formativo para mayores de 55 años de la Universidad Nacional de Educación a Distancia que ofrece más de 300 cursos impartidos por expertos.

MOOC. Una de las aportaciones de la digitalización en el ámbito de la formación ha sido los cursos online masivos abiertos (MOOC en su acrónimo en inglés). Este movimiento en el que participan universidades de todo el mundo y grandes empresas, ofrece cursos gratuitos online sobre todo tipo de temática. Algunas de las plataformas donde buscar información, son la española Mirada X, Coursera, o Future Learn.

Escuelas municipales para adultos y centros municipales. Tras el paréntesis por la epidemia, las redes municipales de formación para adultos se activan de cara al próximo septiembre. Por su cercanía pueden convertirse en una solución formativa interesante, desde luego, menos exigente que la gestionada desde instituciones universitarias. Especialmente oportunas pueden ser las formaciones dirigidas a aprender habilidades digitales (desde cómo manejar un ordenador a Internet), idiomas, arte, literatura e historia de la localidad. Los procesos de solicitud suelen abrirse en junio o septiembre, si bien cada ayuntamiento tiene su propio calendario.

Aprender idiomas. En la actualidad hay métodos y cursos específicos en algunos centros de idiomas para el que es uno de los deseos de formación más habituales de las personas mayores. Para la práctica del inglés hay además una oferta complementaria de estancias para aprendizaje práctico, incluso conviviendo con familias.

Educación musical. Otra de las áreas de enseñanza donde más se avanza en la educación del alumno adulto es la musical. Permite realizar este tipo de estudios junto la práctica del instrumento desde la primera clase, en un tipo de aprendizaje con grandes aportaciones físicas.

Formación en Bellas Artes. Otra de las áreas con mayor oferta es la artística. Dibujo, pintura y escultura, en todas sus manifestaciones y técnicas, proponen también una formación que combina teoría y práctica.

Otras propuestas de formación: digitalización, escritura y literatura, coaching y PNL (programación neurolingüística), paisajismo, cocina, cine y teatro…

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