La triple dimensión de la vivienda como soporte económico, hogar y socializador en la vejez

El Indicador de calidad de vida digna de las personas mayores de Fundación Mutualidad Abogacía identifica una importante relación entre la vivienda en propiedad y unas mejores condiciones de envejecimiento. Analizamos su decisivo papel en una triple dimensión: como casa, cómo hogar y cómo hábitat.
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La vivienda en propiedad como soporte de apoyo vital en la vejez y de resiliencia frente a contingencias económicas. En el apartado de conclusiones del Indicador de calidad de vida digna de las personas mayores: consideraciones de género se constata que “los países en los que la población de más edad es propietaria de su vivienda presentan una mayor concentración de riqueza en este grupo de población”. Sin embargo, para que este condicionante sea realmente efectivo el país debe ofrecer “sistemas adecuados para dotar de liquidez a este tipo de activos en caso de que la persona lo necesite”.

Los expertos de este informe realizado por Fundación Mutualidad Abogacía fijan así su atención en un punto vital: la vivienda cumple con su papel, siempre que el mercado cuente con las condiciones para entregar a su propietario un valor real si este necesita venderla por cualquier razón. Como se puntualiza en el informe “renta y riqueza no son lo mismo”.

 

España país de propietarios
Cuando el índice Europeo de Dignidad de las Personas analiza el Objetivo de Desarrollo primero de la ONU que apunta al fin de la pobreza, España alcanza una destacadísima posición en el entorno europeo. En concreto, este indicador promovido por Fundación Mutualidad Abogacía, y que recientemente ha presentado en las instituciones de la Unión Europea, ubica a los hombres españoles mayores en la tercera posición y la cuarta, en el caso de las mujeres, por renta media.

La ubicación en el top 5 del ranking en este análisis de riqueza se justifica de manera importante por el alto porcentaje de españoles propietarios de su vivienda habitual. Según la Encuesta Financiera de las Familias del Banco de España, que diferencia entre tres tramos de edad para los mayores de 55 años, en todos ellos la propiedad de la vivienda supera el 82%.

También, según estimación del banco emisor, “la vivienda es el activo más importante de las familias, ya que representa el 52,9% del valor de los activos reales para el conjunto de hogares y un 41,9% del valor de los activos totales”. Le siguen otras propiedades inmobiliarias y los negocios relacionados con actividades por cuenta propia de algún miembro del hogar.

 

Las tres dimensiones en el valor de la vivienda
La vivienda cumple otras importantes funciones que además ganan en importancia a medida que cumplimos años.

En Vivienda y derecho de la vejez: perspectiva jurídica trialista, la jurista argentina María Isolina Dabove propone valorarla desde una óptica tridimensional: “un plano material, otro simbólico y un tercero, de carácter funcional”.

 

La vivienda como casa
Desde su valoración puramente material, Dabove explica el valor de la vivienda como ese espacio cerrado y cubierto en el que establecemos el centro de vida. Se corresponde a esa idea de ‘la casa’.

Centramos aquí su valor en un aspecto puramente material, cuyo valor está regulado por la oferta y la demanda en todos los países del entorno europeo. Pero es esa misma ley del mercado sobre la que centra su advertencia el informe de Fundación Mutualidad Abogacía: los estados deben promover las medidas necesarias para que el mercado inmobiliario de compraventa garantice una justa transacción de este activo.

De poco sirve una casa en propiedad que no puede convertirse en efectivo o generar rentas en situaciones de necesidad, por ejemplo, para cubrir el coste de una residencia geriátrica o la factura de cuidados de larga duración. Algo que conocen muy bien las sociedades con superinflación.

En un momento en que el acceso a la vivienda encabeza el listado de las preocupaciones de los españoles por su precio, puede resultar paradójico conocer la evolución del coste por metro cuadrado.

Según datos del portal Idealista.com, el precio medio el mes de abril de 2023 fue de 1.963 €/m2, si retrocedemos a abril de 2006, el precio era 2.020 €/m2, y de 2.053 €/m2 en el mismo mes de 2008, justo antes del estallido de la burbuja inmobiliaria. Habría que esperar a abril de 2017 para ver crecer, ya de forma continuada hasta nuestros días, su curva de valor hasta hoy.

Este ejercicio sería muy diferente, si diferenciamos entre las zonas de alta demanda (las conurbaciones de Madrid y Barcelona, País Vasco, Valencia, Málaga o Baleares, principalmente) y el resto de España. De ahí la importancia de que las autoridades velen por la estabilidad y sostenimiento del mercado.

 

La vivienda como hogar
En su análisis, Dabove atribuye a la vivienda una dimensión simbólica, de gran valor cuando se envejece, por “las significaciones afectivas y biográficas” que tiene para su morador, es ‘el hogar’.

Las encuestas y estudios avalan la importancia de envejecer en el hogar propio para los españoles. Así lo argumenta un estudio de OCU al señalar que “el 82% de los mayores españoles quiere envejecer en su propia casa”. Para Irene Lebrusán Murillo, de Harvard University, se trata de uno de los principales cambios experimentados por el colectivo de personas mayores en los últimos años en España y Europa: “El concerniente al deseo de permanecer en la vivienda hasta edades muy avanzadas, y si pueden, hasta el momento de su muerte, en consonancia con una mayor longevidad y con una mayor esperanza de vida en salud” (La vivienda en la vejez: problemas y estrategias para envejecer en sociedad).

Un deseo que también implica un reto social en que deben participar las Administraciones Públicas. Para poder envejecer en la vivienda propia es imprescindible que la casa se adapte progresivamente a las necesidades y características de la persona (acceso a la vía urbana, movilidad interior, etc.) y que los servicios de cuidados continuados lleguen al domicilio, ya que la atención al mayor no puede recaer exclusivamente en la red familiar o de amistad de la persona mayor o la solidaridad vecinal o del quinto sector.

Y la profesora de Harvard entiende este deseo como una buena noticia: “Que los mayores permanezcan en sus viviendas no solo responde al interés de los propios individuos y beneficia su calidad de vida, sino que se constata como la alternativa más económica para el sistema de bienestar”.

En su opinión, “esta cuestión resulta especialmente relevante en España, donde las provisiones de habitación alternativas a la vivienda familiar son escasas o no se adaptan a las necesidades de una nueva vejez más autónoma”.

 

La vivienda como hábitat
La tercera dimensión de la vivienda para Dabove es la de hábitat: “La vivienda cuenta con una dimensión funcional desde la cual se organiza y acondiciona el desarrollo de la vida y así adquiere el sentido de hábitat. Se refiere a la infraestructura y los servicios necesarios para que la dinámica cotidiana transcurra sin grandes sobresaltos, y alude a los requisitos principales que componen el concepto de dignidad para la vivienda de esta etapa de la vida”. Punto donde son muchos los beneficios que los expertos identifican, algunos de ellos relacionados con la estrategia de la ONU sobre envejecimiento activo:

  • Aumento de su autonomía y libertad. Contribuyendo a un mejor equilibrio cuerpo-mente, lo que redunda en muchos casos en la prolongación del estado de salud.
  • Mantener el arraigo con su barrio.
  • Respeto a su intimidad, valor no siempre reconocido en la última etapa vital de los individuos.
  • Cuidar las relaciones afectivas y mantener el contacto habitual con los familiares, amistades y vecinos.
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