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El mundo jurídico está empezando a vivir una nueva era en la que los juristas tendrán que aceptar cambios radicales que afectarán incluso a principios que dábamos por inmutables e inalterables, y así mismo, el nacimiento de nuevos derechos y obligaciones, y entre ellos los relativos a la orientación sexual, al derecho a la verdad, y a la discapacidad en todas sus manifestaciones.
Va a ser una época llena de interés porque en ella nos jugamos nuestro protagonismo profesional en una sociedad que está esperando la acción comprometida de todos los estamentos de la misma para superar una situación dramática como consecuencia de una pandemia sanitaria, que está generando también una pandemia económica y otra sociológica y cultural, que van a afectar a la forma de vivir y relacionarnos y también a la forma de pensar.
El reto es fascinante y de una complejidad extrema, pero para eso estamos en esta sociedad. Para afrontar retos y darles respuestas y soluciones y no para magnificarlos y justificar así nuestra inacción y de paso desvelar nuestra impotencia.
En el asunto de la pandemia que estamos viviendo, los temas legales más significativos van a girar en torno a las instituciones o personas responsables, a la aplicabilidad de la norma “rebus sic stantibus”, a la cuantía de las posibles indemnizaciones, y también a la adopción de medidas de control social por parte de los gobiernos que puedan afectar al derecho a la privacidad de los ciudadanos, como podría estar sucediendo ya en China con sistemas de reconocimiento facial.
En resumen, vamos a vivir una época en la que se nos va a pedir un alto nivel de excelencia en imaginación y en innovación para desarrollar nuevos talentos, descubrir nuevas oportunidades y evitar posibles abusos de los poderes políticos. Los Colegios de Abogados tienen que asumir este asunto como un tema prioritario y dedicarle la atención necesaria, porque están en juego, como hemos visto, valores claves de nuestra libertad.
Y de paso estaremos preparados para afrontar la próxima pandemia.