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Un escenario duro pero que movimientos como Tech for Good ayudan a ver de modo más esperanzador: poner la tecnología al servicio de la reconstrucción para crear un mejor país.
“Dar un mayor apoyo a los grupos vulnerables de la sociedad, enfocar la innovación en el bienestar social y la sostenibilidad medioambiental”, son dos de los principios básicos que la consultora McKinsey recoge en Tech for Good: Helping the United Kingdom improve lives and livelihoods. En este documento de debate se plantea cómo los avances tecnológicos y su aportación a la digitalización en todos los segmentos de la vida y la economía pueden convertir la aportación de esta organización en estratégica.
Qué es el movimiento Tech for Good
El Reino Unido es uno de los países más activos de esta iniciativa internacional que en el país agrupa a 490 empresas tecnológicas valoradas en más de 2.300 millones de libras, y una facturación conjunta de 732 millones de libras en 2018, según estimación de McKinsey. Un potencial al que hay que sumar el ecosistema que lidera incluyendo universidades, otras instituciones de I+D+i y el hábitat startup.
Tech for Good promueve “la utilización de la tecnología al servicio del bien común”, tanto social como del planeta, como explica en su web española. Para ello se promueven acciones sin ánimo de lucro enfocadas a cuatro áreas: apoyar startups de triple beneficio (empresarial, social y medioambiental); crear soluciones digitales éticas, inclusivas y sostenibles; impulsar tecnológicamente el movimiento de ONGs y asociaciones y democratizar la digitalización de todas las personas.
Qué aporta la tecnología a la reconstrucción
Para entender hasta qué punto un movimiento como este puede impactar en la vida y la reformulación de un país como Reino Unido, nada como saber en qué acciones concretas trabaja. McKinsey recopila algunas de las aportaciones en base a las seis áreas de desarrollo que identificó en 2020 como estratégicas.
Cómo acelerar el proceso
Las innovaciones de Tech for Good abren al Reino Unido, y a todo el mundo, la posibilidad de alcanzar un crecimiento y bienestar más sostenibles en la próxima década. El reto es cómo liberar todo su potencial.
McKinsey cree que “existe una posibilidad de acelerar el impacto mediante la acción concertada de inversores, organizaciones del sector privado y entidades gubernamentales”. Como defiende Paul Miller, fundador de Bethnal Green Ventures: «Tras la crisis de COVID-19, tenemos que reconstruir, pero mejor. Tech for Good tiene la ventaja de que puede aportar un crecimiento económico significativo, pero también resolver importantes problemas sociales y medioambientales. Si abordamos con seriedad el crecimiento del ecosistema de personas y organizaciones que crean e inviertan en empresas que apuestan por utilizar la tecnología para hacer el bien, millones de personas se beneficiarán«.
El documento de McKinsey hace hincapié en la labor del “inversor tradicional”, que ahora tiene la oportunidad de evaluar sus decisiones con criterios de impacto social para crear unas carteras de empresas participadas más solidarias con la sociedad y la naturaleza, sin renunciar a los beneficios puramente económicos.