Mutualismo destino utópico del pensamiento estratigráfico humano

La Escuela de Pensamiento, Fundación Mutualidad se constituyó ya hace más de cinco años con el propósito de ejercer de tracción social protectora en una sociedad que se caracteriza en este siglo XXI por su longevidad singular, acercándose a los límites biológicos de la vida humana.
Por Fernando Ariza Rodríguez y José Miguel Rodríguez-Pardo del Castillo
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Todo lo que es bueno para la abeja es bueno para el panal y todo lo que es bueno para el panal es bueno para la abeja.

Marco Aurelio

 

Introducción

La Escuela de Pensamiento, Fundación Mutualidad se constituyó ya hace más de cinco años con el propósito de ejercer de tracción social protectora en una sociedad que se caracteriza en este siglo XXI por su longevidad singular, acercándose a los límites biológicos de la vida humana.

La mera observación social y acervo cultural considera cotidiano y aceptado estratificar la sociedad en etapas vitales, donde cada individuo transita de una a otra solo por el hecho de cumplir una edad.

En este último lustro se han producido avances muy relevantes en la protección de las personas denominadas mayores a la mejora de sus derechos personales, a sus cuidados y garantizando su dignidad evitando cualquier discurso o practica edadista. La Escuela de Pensamiento, Fundación Mutualidad ha contribuido incluso liderado este proceso y que no podemos dar por concluido.

Ahora bien, la línea protectora del mayor en una sociedad multigeneracional no puede ser circunscrita a una visión intrageneracional, al contrario, necesitamos la contribución de todas las cohortes poblaciones, y este es precisamente el propósito de este ebook, una visión cooperadora de las hasta 5 generaciones que conviven en nuestro entorno para lograr un nuevo marco social cohesionador. Nuestra propuesta en este capítulo es superar la categoría de persona perteneciente a una generación por un destino tal vez utópico de sociedad mutual donde el individuo no necesita ser encuadrado en una cohorte población para que sus derechos sean preferentemente protegidos.

La inclusión del individuo en la sociedad estratificada es sustituida por el beneficio mutuo que es fraternal, con una vida con propósito, abandonado la visión de decrepitud y desamparo de la última etapa vital. El actor José María Pou en una entrevista decía: “Hay un gran personaje que es la figura del Rey Lear de Shakespeare. Quizás el primer gran personaje del teatro y de la ficción. Un hombre que empieza teniéndolo todo, un rey absoluto, que va renunciando poco a poco y termina convertido en un hombre desnudo, en mitad de un bosque, debajo de una tormenta y teniendo que aprender otra vez a ser hombre

 

¿Qué es una generación?

Según la Real Academia de la Lengua (RAE), generación es el conjunto de personas que, habiendo nacido en fechas próximas y recibido educación e influjos culturales y sociales semejantes, adoptan una actitud en cierto modo común en el ámbito del pensamiento o de la creación. Una generación es toda la gente que nace y vive más o menos al mismo tiempo, considerada colectivamente.

La sociedad occidental es ya habitual convivir con personas que han alcanzado los 100 años de edad, si estimamos que transcurren unos 20 años entre generaciones (históricamente, la gente ha tenido hijos alrededor de los 20 años), en el siglo XXI convivimos unas 5 generaciones, hecho que podemos considerar inédito en la historia de la demografía poblacional.

La desconexión generacional de la persona conforme avanza en edad, comienza por la familia, se intensifica con la pérdida de referencias de comunidad llegando al individualismo en la etapa de la vida donde comienza la vulnerabilidad física o metal que en ocasiones se traduce en desamparo en soledad. Una reciente noticia publicaba en prensa, 3 de agosto de 2025 la Sexta, recoge a la perfección el proceso de aislamiento generacional del mayor, y así se alertaba que el 85% de los ancianos de las residencias no reciben visitas de sus familiares durante el verano

La generación de más edad, la podemos asemejar a lo que la cultura más tecnológica se conoce como NPC, es decir Personaje No Jugable (Non-Player Character en inglés), que en el contexto de la edad se pueden definir como a personas, que “pintan poco”, que no se mojan, no participan o que han perdido su personalidad. De la misma manera les sería aplicable lo que se conoce como víctimas de la cultura de la cancelación, definida como fenómeno social donde individuos o grupos son excluidos o criticados públicamente por comportamientos o declaraciones considerados inaceptables u ofensivos, y sus opiniones no son silenciadas por el resto de los grupos etarios.

 

La sociedad intrageneracional en una sociedad multigeneracional

El profesor Mauro Guillén en su libro la Revolución Multigeneracional (Editorial Deusto,2024) considera que hemos organizado nuestras vidas en función de la edad, en varias etapas: estudio, trabajo y jubilación, y esto funcionaba muy bien hace 140 años, cuando el mundo no variaba mucho, la mayor parte de los trabajos eran manuales y, sobre todo, cuando no vivíamos más allá de 50 o 55 años. Pero ahora la situación ha cambiado radicalmente, también por la tecnología, que hace que los trabajos se queden obsoletos, sentenciando que el modelo secuencial sencillamente está obsoleto porque se diseñó para otra época, para otras circunstancias y otros problemas, y prácticamente no ha evolucionado. Esta observación académica en nuestra opinión, no está interiorizada en las políticas públicas que están sustentadas en políticas de estatus generacionales y sobre ellas cada generación no interactúa lo suficiente con el resto. En efecto, las citadas, sin dudar de su buena intención, tratan de proteger a los grupos de edad susceptibles de vulnerabilidad. Los distintos niveles de la Administración en el caso de los mayores han desplegado Centros de día de mayores donde personas de edades similares comparten actividades, residencias de la tercera edad, o incluso en los parques públicos las instalaciones de ejercicio físico están segregadas por zonas infantiles, calistenia para jóvenes y áreas de mayores.

La protección del mayor se realiza sin la interacción entre distintas generaciones, ahondando en el modelo de capas etarias que se comunican secuencialmente tan solo por el hecho de que el individuo cumplir una determinada edad. Tim Ingold nos enseña   que el envejecimiento es una ofensa a la que hay plantar cara, creemos que las respuestas sociales se han enfocado en una acción protectora de la vejez asilándola del resto de la sociedad

Reiteramos que una sociedad envejecida provoca cambios sustanciales en las relaciones intergeneracionales, además de alteraciones en las estructuras familiares y obviamos los efectos benéficos que en los mayores suponen realizar prácticas intergeneracionales que en el ámbito laboral se conocen como mentoring y reverse mentoring.

La sociedad intergeneracional

Los desequilibrios e inequidades en la sociedad actual, donde se producen situaciones paradójicas como que la pensión media de los nuevos jubilados es mayor que el salario medio de los jóvenes ha abierto el debate si la población en edad de jubilación supone una clase extractiva de recursos de los jóvenes.

La pérdida de confianza de la generación más joven en la generación mayor se debe no solo a la acción protectora del Estado en favor de los jubilados, sino que también en el objetivo de estos últimos en buscar su bienestar financiero patrimonial desatendiendo a las generaciones posteriores.  La propia OCDE alerta que debido al envejecimiento poblacional observado en las últimas décadas y a menos que encontremos una forma de impulsar los ingresos de las generaciones más jóvenes, la desigualdad intergeneracional seguirá aumentando. Las siguientes magnitudes avalan esta preocupación, en 1995, la renta disponible equivalente de los jóvenes de 25 a 34 años era un 1,3% superior a la del grupo de 55 a 64 años. Por el contrario, en 2022, las personas de mayor edad tenían ingresos un 5,6 % superiores a los jóvenes.

Las propuestas intra e inter generacionales son habituales en los estudios de suficiencia actuarial del sistema público de pensiones, donde se busca cumplir con el principio de equidad entre los aportantes (generación activa ) y perceptores (generación jubilada ).

Por otro lado, se observan luces en el modelo de sociedad intergeneracional armonizada. Nos referimos a las recientes reformas en el sistema público de pensiones orientadas a alargar la vida laborar compatibilizando pensión con trabajo. Al margen del complemento de ingresos para el pensionista y contribuir a la suficiencia del sistema público de pensiones, esta iniciativa contribuye a mantener en el ámbito laboral la convivencia entre distintas generaciones y así pueden interactuar jóvenes menores de treinta con septuagenarios. Y no menos relevante, se desdibuja la tradicional frontera activo/retirado.

La mera observación de políticas de jubilación activa en países con sistemas de incentivos contrastados en el tiempo como Suecia que alcanza el 30 % de la población jubilada que compatibiliza el trabajo, es un escenario alentador pues propicia sin duda alguna que una sociedad no estratificada.

Lejos de la visión economicista de la intergeneracionalidad, el modelo de sociedad longeva de Japón se explica al menos en parte por la cohesión social, así el anciano mantiene una razón de vivir con asignación de responsabilidad dentro de la familia (Ikigai) y mantienen grupos de amigos que se reúnen con un propósito común (Moai).

El citado Mauro Guillén sostiene que en la sociedad actual el proceso de aprendizaje es continuo a lo largo de la vida, esta iniciativa también contribuye a romper la regla tradicional social de formación es propia de la generación más joven. Esta posición lejos de ser actual, si parece que empieza a tomar consistencia en nuestros días, de hecho, la antropóloga Margaret Mead en 1928 ya sentenció que es totalmente falso y cruelmente arbitrario situar todo el juego y la formación en la infancia, todo el trabajo en la madurez y todos los remordimientos a la vejez.

 

El legado intergeneracional

No encontramos mejor inicio a la reflexión acerca del legado generacional que el proverbio de la antigua Grecia que dice: Una sociedad se hace grande cuando los viejos plantan árboles cuya sombra saben que nunca disfrutarán. Esta nueva perspectiva de legado generacional debe incluir entre su modelo ético la obligación de contribuir a un mundo mejor a las generaciones que están por venir.

El diario El País en el artículo de Miquel Echarri del 18 de junio de 2025 bajo el título La gran transferencia: por qué los “millenialsestán a punto de heredar miles de millones de euros, nos permite introducir este elemento relacionado con el proceso de osmosis entre generaciones, y cómo romper la membrana que las separa.

Ahora bien, no siempre el legado entre generaciones contiende efectos beneficiosos para la sociedad en su conjunto. En el artículo nos habla de que los medios anglosajones ya le han asignado una etiqueta muy expresiva: la Gran Transferencia de Riqueza (la Gran Sucesión).  Esta afecta, en general a una generación en pleno declive biológico, la de los boomers (nacidos entre el final de la Segunda Guerra Mundial y los primeros sesenta, hijos de esa generación silenciosa que padeció la crisis del 29 y el desastre bélico) y otra a la que queda aún mucha vida por delante, los millennials, nacidos entre 1981 y 1996.

La mayor herencia intergeneracional que ha conocido el ser humano se estima en 124 billones de dólares en activos de todo tipo que cambiarán de manos en los próximos 20 años solo en Estados Unidos. En España, continua el artículo  utilizando los datos de la última Encuesta Financiera de las Familias del Banco de España de 2022, se calcula que los babyboomers acumulan un patrimonio neto de cuatro billones de euros. Transferencias de renta que acentúa la desigualdad social en España y que según un artículo de los investigadores Pedro Salas-Rojo y Juan Gabriel Rodríguez, las herencias son responsables de casi el 70% de la desigualdad de la riqueza.

Recordemos por otra parte que, como resultado de la crisis financiera de 2008 se produjo un fenómeno que se conoció como “el cojín social” por el cual los padres jubilados  ayudaron económicamente e incluso con retorno a la vivienda parental al verse los hijos en situación de desempleo sobrevenido por la crisis; fenómeno  que fue sostén intergeneracional y que no conviene que quede en el olvido.

 

Hacía una sociedad Mutual sin estratos etarios

En la película el maestro que prometió el mar, el profesor propone a sus alumnos: Vivir debería ser una armonía superior: estar en todo momento conformes con nosotros mismos y aspirar a ser mejores. Esta armonía superior solo puede cumplirse en una sociedad organizada donde el beneficio mutuo conviva con las aspiraciones individuales. Decía el místico Ramón Llull en su libro Logica Nova en 1303, que el ser humano es un animal humanificante ( Homo est animal hominificans) y entendía que los humanos dan forma a su existencia, desde el crisol de su vida en común.

La sociedad mutual, fue definida el anarquista francés Pierre-Joseph Proudhon (1809-1895), el pensador buscaba encontrar una vía intermedia entre los principios de la propiedad privada y el comunismo, finalmente propuso la creación asociaciones mutuales cuyo objetivo sea formar personas felices y plenas, capaces de trabajar juntas de manera colaborativa. Esta forma de organización empresarial es extensible a toda organización social donde el ciudadano se encuentra plenamente empoderado, protegido en su bienestar

El pensador de referencia del sistema mutual es sin duda alguna el geógrafo y zoólogo ruso Piotr Kropotkin (1842-1921). En su tratado de referencia El apoyo mutuo. Un factor de evolución ( editorial Pepitas de Calabaza, cuarta edición 2022), recoge  que el principal papel de la evolución ética de la humanidad fue desempeñado por la ayuda mutua y no por la lucha mutua. En cierto modo el autor sostiene que, es mejor cooperar que competir como así lo acreditan las especies de animales más numerosas

En el contexto social actual, La Escuela de Pensamiento, Fundación Mutualidad ha contribuido con el Tratado de Economía de la Inclusión. El reto de la desigualdad y la vulnerabilidad social (octubre 2023), a la constitución de una nueva especialidad de conocimiento en las ciencias sociales que se articula en el valor del nosotros vs el yo. Según esta obra colectiva, la inclusión no se corresponde con un modelo ideológico, sino que debemos entenderla  a los efectos de la reflexión de este capítulo, como el modelo científico de dar cumplimiento al mandato de la ONU de que nadie quede atrás y actúa al situar a la comunidad como un eje vertebrador de las relaciones sociales que necesita dar por superado la clasificación etaria. La  obra  y los seis principios de la Economía del Envejecimiento elaborado por el World Economic Forum  se encuentran armonizados  en su  quinto apartado ( WEF Longevity Economy Principles 2024) al establecer entre otros, la necesidad de cultivar comunidad social  y multigeneracionalidad.

Para ir concluyendo, la propuesta que nos merece la atención en relación a la necesidad de superar la clasificación de la sociedad por edad la realiza el  antropólogo británico Tim Ingold en La cuerda de las generaciones ( Alianza editorial, 2025). Un texto que nos sugiere que las generaciones se reemplazan de manera continua, como si fuera una carrera de relevos.

Al proponer que la sociedad está influida por el pensamiento estratigráfico que afecta a la conciencia humana, facilita la proposición en favor de una sociedad mutual donde el individuo aun siendo incluido en una generación debe interactuar con otros grupos etarios distintos actuales y futuras generaciones. Solo de esta propuesta mutual se mitigan situaciones de fragilidad y vulnerabilidad pues la sociedad queda comprometida con el bien común y el transito generacional deja de tener sentido como forma de organización social.

Para ello proponemos una modelo vital donde el individuo transite en sus proyectos dentro de una comunidad de intereses mutuos, incluyendo en este mutualismo las interactuaciones con la naturaleza y con el compromiso que la “ hipoteca social” supone legar en el proceso natural y continuo de relevo de generaciones aún por nacer .

Llegados a este punto, es donde es oportuno incorporar a esta propuesta de la práctica fraternidad en el sentido que se propone en la encíclica Fratelli tutti, cuando hace referencia al ideal del ser humano como colectivo que debe vivir a partir de relaciones de igualdad y solidaridad.  Fraternidad en definitiva que implica el cuidado mutuo y por ello la búsqueda colectiva del bienestar, la construcción de relaciones pacíficas y armoniosas, dignificando a todo ser humano que forme y sea parte del ecosistema.

La transmisión generacional de conocimiento ha sido durante muchos siglos el principal vinculo de cohesión de las comunidades y todavía está viva en poblaciones de África,  ya que el anciano es todavía venerado al ser el depositario de la sabiduría de la colectividad.  En estas comunidades el paso vital de activo a retiro no se contempla y  las decisiones comunales son las que definen el propósito de la vida. El proceso darwiniano que aporta ventaja al mejor seleccionado queda sustituido por la ventaja comunal donde no hay excluidos por razón biológica de cumplir años.

En esta armonía mutual debe incluirse la protección del planeta. Si recordamos a Marx cuando decía que la forma de la humanidad de estar en el mundo es posicionarse por encima y en contra de la naturaleza dando la espalda al poder engendrador de la vida. En nuestra cultura judeocristiana, hemos interiorizado como un derecho el sometimiento del ser humano sobre la naturaleza, incluso en el Génesis 1:28   se refiere y menciona la necesidad de subyugar a la misma, olvidándonos de que no nos necesita y por lo que debemos dejar un legado medioambiental a generaciones futuras mejor que el recibido, para mantener el equilibro armónico de los vivientes en el planeta, abandonado toda pretensión de humanizar la tierra.

 

Envejecimiento participativo de todos en una sociedad longeva

Para concluir no queremos desaprovechar la oportunidad de hacer una propuesta para todas las personas al margen de su etapa etaria. Planteamos la participación de todos y todas (también de las personas mayores), como parte esencial en el proceso de cambio. El destino hacia una sociedad mutual y por lo tanto participativa debe basarse en dignidad, derechos, diversidad y diálogo. Todo ello estableciendo vínculos personales y de confianza mutua, que requiere de una acogida solidaria entre todos los miembros de la comunidad, incluyendo a las  administraciones públicas como parte.

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