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Decálogo para una alimentación saludable

Una adecuada alimentación es uno de los elementos básicos determinantes para conseguir un envejecimiento saludable junto con el ejercicio físico regular, actividad intelectual y relaciones sociales. Los expertos coinciden en que una buena nutrición puede ayudar a preservar la función cognitiva, retrasar la dependencia y revertir la fragilidad.
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Cada etapa de la vida tiene unas necesidades nutricionales diferentes, por lo tanto, cuando envejecemos es necesario que adaptemos nuestra alimentación a unas necesidades nutricionales determinadas, en función de nuestra situación concreta, de la edad, estado de salud y capacidad funcional.

Para establecer una dieta adecuada, equilibrada que favorezca un envejecimiento saludable hay que tener en cuenta una serie de cambios que se producen en las personas mayores: la disminución progresiva tanto de las necesidades energéticas (calorías) como del índice de masa corporal y del componente de masa grasa. Además, existe un mayor requerimiento proteico, de fibra y de agua y una tendencia a limitar la ingesta de alimentos como consecuencia de la pérdida del sentido del olfato y del gusto, de la alteración en la dentición y en la salivación.

 

NECESIDADES ENERGÉTICAS

Según el Dr. Federico Cuesta Triana, especialista en Geriatría del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y Profesor Asociado de Ciencias de la Salud de la Universidad Complutense de Madrid, “las necesidades energéticas en personas mayores dependen del nivel de actividad física y de la existencia o no de enfermedad. En principio se habla de 2.500-3.000 calorías al día en condiciones normales, pero estas pueden incrementarse hasta las 3.500 calorías o más en función de la situación de estrés. Estos requerimientos se deben repartir entre proteínas, hidratos de carbono y grasas”.

Por ello, una dieta adecuada y saludable es aquella que respeta los gustos de la persona y es capaz de cubrir los requerimientos nutricionales en diferentes fases de salud o enfermedad. “Es un instrumento fundamental a la hora de mantener una calidad de vida aceptable a pesar del envejecimiento. En nuestro entorno el modelo más defendido es el de la dieta mediterránea”, explica el Dr. Cuesta.

El empleo de suplementos nutricionales es adecuado cuando la ingesta habitual de alimentos no es capaz de cubrir los requerimientos nutricionales de las personas mayores. Antes de llegar a pautar una suplementación se debe optimizar y enriquecer la dieta tradicional pero “en ningún caso la suplementación debe sustituir a la ingesta habitual”, afirma el Dr. Cuesta.

 

DIEZ CONSEJOS PARA UNA ALIMENTACIÓN SALUDABLE

La Sociedad Española de Geriatría (SEGG) publicó la guía “Alimentación y nutrición saludable en los mayores” en la que se destacan los siguientes consejos:

#1 La dieta ha de ser variada, equilibrada y moderada, incluyendo alimentos de todos los grupos.

#2 Realizar, al menos, cuatro comidas al día tomando menores cantidades de alimentos en cada una y procurando que las cenas no sean copiosas.

#3 Se recomienda un consumo de proteínas de 1-1,25g/kg de peso y día, tanto las de origen animal (carnes, pescados, lácteos y huevos) como las vegetales (con un reparto en torno al 50 % entre ellas).

#4 Los hidratos de carbono deben aportar un 50-60 % de la energía total consumida, sobre todo los que se encuentran en cereales, algunas verduras y hortalizas, frutas y leguminosas.

#5 Las grasas deben aportar un 25-30 % de la energía total de la dieta, fomentando el consumo de pollo, sardina, arenque, caballa, atún, bonito, salmón y aceite de oliva.

#6 Aumentar el consumo de fibra hasta 20-25 g/día (cereales integrales, frutas con piel, hortalizas y leguminosas).

#7 Mantener una ingesta adecuada de vitamina D (pescados grasos) y calcio (lácteos y pescados pequeños).

#8 Alta variedad de frutas, verduras y legumbres ya que tienen gran aporte de fibra, vitaminas y minerales. El consumo de pescado ha de ser mayor que el de carnes y se pueden tomar de 3 a 4 huevos por semana. El consumo de lácteos ha de llegar a 3 raciones al día (cuatro raciones para la mujer).

#9 Moderar el consumo de azúcar y dulces (menos del 10%) y de sal (menos de 6 g/día) sin excluirlos por completo de la dieta a no ser que así lo aconseje el médico. Reducir el consumo de embutidos a un máximo de 1-2 días por semana.

#10 Beber líquidos a intervalos regulares aunque no se tenga sed, preferentemente agua, zumos, caldos e infusiones. Es aconsejable limitar las bebidas estimulantes, carbonatadas y alcohólicas (20-25 g/día, es decir un vasito pequeño de vino en la comida y en la cena siempre que no esté contraindicado).

Por otro lado, la SEGG también ha publicado la guía “Envejecimiento y nutrición. Dieta ideal para los mayores” en donde se puede consultar información más detallada sobre la alimentación en esta etapa de la vida.

 

DESNUTRICIÓN E IMPACTO ECONÓMICO

Según el Dr. Cuesta, los datos existentes acerca de la situación nutricional de las personas mayores proceden mayoritariamente de centros sanitarios y más específicamente de hospitales. “Dadas las diversas situaciones de enfermedad la prevalencia de desnutrición en personas mayores hospitalizadas es variable entre los diferentes centros”.

Gracias a dos estudios nos podemos hacer una idea de cuáles son las cifras de desnutrición en nuestro país y su impacto económico. Por un lado, en el estudio PREDYCES, elaborado por la Sociedad Española de Nutrición Parenteral y Enteral (SENPE), sobre la desnutrición hospitalaria y costes asociados en España, se describe que el 23 % de los pacientes ingresados en un hospital están en riesgo de desnutrición. Esta cifra se incrementa hasta el 37 % en mayores de 70 años. “El coste de tratar a un paciente con riesgo nutricional suponía aproximadamente 1.400€ adicionales”, explica el Dr. Cuesta.

Por otra parte, en 2006 el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos llevó a cabo el estudio PLENUFAR III, diseñado desde las oficinas de farmacia mediante una encuesta a los mayores de 65 años. En él se recogían datos nutricionales de la mayor parte de provincias españolas. La prevalencia de desnutrición en varones fue del 2,9 % y en mujeres del 4,2 %. Las cifras de riesgo de desnutrición fueron sensiblemente superiores: los hombres un 17,8 % y las mujeres 25,5 %.

 

INICIATIVAS PARA COMBATIR LA DESNUTRICIÓN

La mejor opción para evitar la desnutrición es seguir una dieta sana y equilibrada. Es muy importante tratar de detectar situaciones de riesgo que pueden a la larga condicionar una desnutrición establecida en el mayor. Estos factores de riesgo son de diferente naturaleza, no sólo médica sino también social o económica.

Desde hace años se está llevando a cabo un proceso de concienciación desde diversas instituciones debido a la preocupación por la situación nutricional de los mayores. La Sociedad Española de Geriatría (SEGG) ha colaborado en la edición del primer libro blanco de nutrición en España publicado en el año 2013. Y recientemente se ha finalizado la 2ª edición del Libro Blanco que se publicará en breve. En 2009 también participó en el primer Consenso Multidisciplinar sobre el abordaje de la desnutrición hospitalaria en España, documento clásico que establece los puntos básicos ante cualquier situación de desnutrición o riesgo en las instituciones.

La SEGG participa como sociedad científica en la llamada Alianza Más Nutridos, cuya misión es crear iniciativas de comunicación y programas de divulgación hospitalaria basados en evidencia clínica; apoyar a los clínicos para mejorar la detección de los procesos de desnutrición de los hospitales; buscar la concienciación e inclusión de las desnutrición en estrategias de sanidad nacionales y regionales y, por último, asegurar la equidad para los pacientes con el objetivo de mejorar la calidad asistencial formando e informando a los pacientes e implicando en el proceso a las diversas comunidades autónomas. Además, muchos de los profesionales pertenecientes a la SEGG mantienen una labor muy activa en cuanto a publicaciones de artículos, conferencias y docencia en las facultades de medicina.

A nivel europeo también se está llevando a cabo una labor muy importante. Desde hace años se realizan —de forma anual y coordinada entre los diferentes países— estudios trasversales como el  Nutrition Day, tanto en hospitales como en residencias, para establecer cifras de prevalencia de desnutrición y riesgo con el objetivo de detectar deficiencias e intentar solucionar los posibles problemas que retrasan los diagnósticos.

Por otro lado, con el objetivo de desarrollar nuevos alimentos adaptados para mejorar la calidad de vida de las personas mayores se está llevando a cabo el proyecto Nutriage a nivel europeo. Esta red transfronteriza multidisciplinar e intersectorial está compuesta por investigadores de diferentes disciplinas, nutricionistas, personal clínico, asociaciones empresariales y empresas del sector agroalimentario, entre otros.

Esta iniciativa tiene como meta asegurar un envejecimiento saludable a través de la evaluación, estudio y diseño de estrategias nutricionales personalizadas y el desarrollo de nuevos productos alimenticios que optimicen el estado nutricional.

En definitiva, una adecuada alimentación es uno de los elementos básicos determinantes de un estilo de vida saludable en la ancianidad junto con el ejercicio físico regular, actividad intelectual y relaciones sociales.

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