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Destacada abogada y activista por la igualdad en el sector legal, Ángela Cerrillos ha impulsado diversas iniciativas legislativas a favor de los derechos de las mujeres. Cerrillos ha sido diputada 2ª del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid y presidenta de su Comisión de Igualdad, Diversidad e Inclusión, órgano que reconoció su labor en 2026 otorgándole la Medalla de Honor.
Desde el inicio de la carrera ha tenido una clara vocación de activismo por los derechos de las mujeres, ¿cómo se siente echando la vista atrás?
Al incorporarme al ejercicio de la abogacía la situación de desigualdad de las mujeres españolas era un hecho asumido socialmente con naturalidad.
En la Facultad de Derecho éramos muy pocas, y entre nosotras muchas asumían no iniciar o abandonar la actividad laboral al contraer matrimonio.
Nuestro inicio profesional era recibido por nuestros compañeros con cierta benevolencia paternalista, pero sin reconocimiento de nuestras capacidades. Y no me refiero a los sectores más conservadores de la profesión. Puedo recordar a algún abogado de los denominados progresistas pedir a gritos que una compañera tomara la máquina de escribir para copiar un manifiesto en una Asamblea durante la Transición.
No hay nada más ilusionante cuando eres joven que creer que puedes cambiar el mundo, por lo que tomar conciencia de la desigualdad existente, trabajar para que la sociedad comprendiera que la situación legal de las mujeres era inasumible y por ello la necesidad de modificar la ley ha sido una experiencia impagable que he compartido con compañeras de viaje que forman parte de mi vida.
¿Cree que las nuevas generaciones entienden y reconocen los avances en esta materia?
Las nuevas generaciones han nacido en un marco social y legal en el que las desigualdades han sido eliminadas, por lo les resulta increíble que sus antecesoras tuvieran que dejar obligatoriamente su puesto de trabajo al contraer matrimonio, recibiendo de la empresa una dote que administraría su marido, o que una relación extramatrimonial, considerada delito, que llevaba aparejado el ingreso en prisión, era castigada con distinta intensidad, siendo suficiente que la mujer fuera sorprendida en intimidad con otro hombre que no fuera su marido – adulterio- , mientras que era necesario probar que éste mantenía en paralelo doble relación de convivencia- amancebamiento- para que existiera un ilícito penal. Dos simples ejemplos de una legislación discriminatoria.
Las nuevas generaciones desconocen generalmente esto porque no existe didactismo de nuestro próximo pasado, y es cierto que los pueblos que lo desconocen corren el riesgo de repetirlo.
Los derechos adquiridos hay que defenderlos.
¿Qué objetivos debe marcarse el sector legal español en materia de igualdad?
Actualmente la Ley en España no es discriminatoria
La Constitución, y el ordenamiento jurídico en sus leyes de aplicación directa se inspiran en el principio de igualdad.
Cualquier incorrección en la aplicación de la ley cuenta con una vía de recursos suficiente.
La incorporación de mujeres a los Colegios de la Abogacía, la Fiscalía, la Magistratura, Registros o Notariado alcanza cotas muy altas. Su acceso a los órganos de gestión y de máxima responsabilidad avanza muy satisfactoriamente.
La conciliación de la vida familiar y personal sigue siendo uno de los principales escollos a los que se enfrentan los y las profesionales el sector, ¿qué podría estar haciéndose para abordar esta situación?
Efectivamente este es el punto clave sobre el que debe centrarse la reflexión y el esfuerzo.
Las mujeres contamos en la actualidad con un marco legal no discriminatorio y la sociedad ha evolucionado en cuanto al reconocimiento del principio de Igualdad.
Vivimos en una sociedad envejecida, con descenso de la natalidad, las mujeres somos quienes parimos y gozamos de una limitada edad fértil y tampoco querríamos renunciar a la maternidad ni a desarrollar nuestra profesión.
¿Qué hacemos? establecemos prioridades? ¿Hijos o carrera profesional?
Es conocida la trayectoria de las abogadas en los grandes despachos, en los que la competitividad con sus compañeros varones les fuerza a renunciar a su promoción en muchos casos , si quieren ser madres y ejercer como tales. La paternidad no suele plantear renuncia alguna en los hombres.
La desigualdad actualmente se produce por el hecho biológico de la maternidad, por lo que las políticas de conciliación de la vida familiar y laboral en igualdad son la clave.
Ante una población envejecida y el alarmante descenso de la natalidad el Estado es responsable de implementar las medidas necesarias para que las mujeres no tengamos que elegir entre hijos o carrera. Para ello, el análisis en profundidad del problema y las medidas a adoptar a través de un Pacto de Estado me parece imprescindible.
La corresponsabilidad parental posibilita que hombres y mujeres puedan competir profesionalmente en igualdad, ello además del indudable beneficio para los hijos.
¿Qué les diría a las jóvenes abogadas que comienzan en la profesión?
Que no olviden que hemos sido las mujeres quienes hemos luchado por la igualdad de derechos en situaciones tanto más hostiles como lejanas en el tiempo y que poco a poco hemos conseguido que los hombres, no todos, nos hayan acompañado.
Que recuerden, entre otras, a Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán, Carmen de Burgos, Clara Campoamor, Mercedes Formica, María Telo….
Que eduquen en igualdad a sus hijos y a sus hijas porque los derechos hay que defenderlos
Que vivan con ilusión y esfuerzo desde su profesión la defensa del estado de Derecho.